lunes, 5 de abril de 2010

ESE ES MI ACUSADO

Dése cuenta, -ordenó la magistrada– y el secretario comenzó la lectura de cargos de los escritos de acusación -¿Quién será ese que habla? Pues ¿no pide que me pudra en la cárcel? mentiras y más mentiras. Que si torticeramente… ¿qué significará? que si procurando su impunidad… ¿Ha dicho alevosía? yo te daba a ti, cara “desaboría”. Y mi abogado qué, si no habla nada… ¡uyyy…! Nada. ¿Qué es eso de objeto contundente y letal?, ¡Halaaa! más patrañas… ¿Oculto subrepcticiamente? Sigo sin enterarme de nada - La magistrada preguntó si se consideraba autor y se conformaba con la pena- Pena de oir tanto infundio, señorita. Yo le dí con la cayada, derecha, y no “torcidamente”, en la cabeza. La puse un hierro “pa” que pesara más. Y no me escondí “superficialmente”, sino detrás del árbol más gordo, para que no me viera. ¡Dése cuenta! como decía usted al principio.

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